En 1982, la película No olvidar —rodada por el cineasta chileno Ignacio Agüero denunciando la desaparición de quince pobladores de Isla de Maipo a pocos días del golpe de Estado que derrocó a la Unidad Popular— fue editada y difundida en Suiza. Por su parte, Miguel Littín —exiliado desde 1973— ingresó clandestinamente a su Chile natal en 1985 para filmar Acta General de Chile, estrenada en España en 1986. ¿Cómo, durante una dictadura tan represiva como la encabezada porel general Augusto Pinochet pudieron registrarse imágenes con una intención contrainformativa y difundirse en Europa? Reconstruyendo estas dos experiencias a partir de diversas fuentes históricas, el presente artículo demuestra la colaboración entre opositores al régimen de Pinochet que se encontraban en el país, exiliados y actores europeos, tanto en la producción como en la distribución de estos materiales. En este trabajo se analiza particularmente los modos en que participó la Association Internationale de Défense des Artistes victimes de la répression dans le monde (AIDA) en dichas redes transnacionales. El artículo postula que frente a la “maquinaria de la desimaginación” —como Georges Didi-Huberman conceptualizó a las políticas de invisibilización de la violencia del régimen nazi—, estos productos audiovisuales contribuyeron a la construcción de un discurso visual de denuncia que atravesó fronteras para sensibilizar la opinión pública transnacional y presionar a los Estados perpetradores de crímenes contra los derechos humanos.
Read full abstract