Abstract

Las reconstrucciones que la historia apologética pentecostal, la teología y las ciencias sociales han realizado sobre los orígenes del pentecostalismo chileno, se caracterizan por una limitación significativa: la elaboración de una imagen negativa o el olvido de las mujeres de su memoria fundacional. El objetivo de este artículo es describir y analizar este fenómeno. A partir del análisis de fuentes primarias y secundarias, mostraremos que este olvido y difamación de la imagen femenina no se debe solo a una limitación metodológico-epistemológica, sino que obedece a una estrategia de poder liderada por pastores posicionados en los centros hegemónicos del pentecostalismo chileno.

Highlights

  • El rol de la mujer o la cordura como controlA medida que el naciente pentecostalismo se fue institucionalizando, el rol de las mujeres dentro del movimiento se tornó problemático y se fueron desarrollando estrategias para controlarlas y evitar la reaparición de liderazgos revolucionaros (como el de Elena)

  • En los inicios del pentecostalismo chileno (1909) encontramos a dos personajes claves: Willis Hoover y Nellie Laidlaw

  • The reconstructions on the origins of Chilean Pentecostalism delivered by the Pentecostal apologetics, theology and social sciences are characterized by a significant limitation: the construction of a negative image or the exclusion of women in the movements foundational memory

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Summary

El rol de la mujer o la cordura como control

A medida que el naciente pentecostalismo se fue institucionalizando, el rol de las mujeres dentro del movimiento se tornó problemático y se fueron desarrollando estrategias para controlarlas y evitar la reaparición de liderazgos revolucionaros (como el de Elena). Arancibia organizó oficialmente esta nueva iglesia pentecostal en junio de 1911, pero debió retornar junto a su esposa a Valparaíso por su enfermedad, falleciendo el 27 de enero de 1914.65 Sin embargo, su hija Remigia continuó como misionera nacional del movimiento, pese a que este rol ya estaba subyugado al papel del pastor. Tulio Morán, director de Chile Evangélico, no solo abrió las puertas al movimiento pentecostal y le dio espacio en la revista, sino que también defendió a la hermana Elena. Tanto era el aprecio y admiración que los pentecostales sentían por él, que las iglesias de Santiago llamaron al Pastor Weiss, antes que a Hoover, para que se hiciera cargo del movimiento pentecostal. Siguió estableciendo comunicación con los pentecostales, al tiempo que evitó que sus iglesias se separaran y se unieran indefinidamente al movimiento pentecostal, como hasta entonces estaba sucediendo con la Iglesia Metodista.[71]

Consideraciones finales
Fuentes secundarias
Cómo citar este artículo
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