Abstract

La escritura filosófica es un tema de hospitalidad y de familia. Su estilo hegemónico en la filosofía occidental ha sido la tesis y, como afirma Francisco Vidarte, toda tesis implica una prótesis —es decir, un poner por delante a la familia y posicionarse frente a ella—. La escritura implicó todo un reto para el paradigma presencial en la forma de concebir la filosofía. La aceptación de una escritura filosófica ha sido posible mediante su sometimiento a un esquema patriarcal, en el que la condición para portar el apellido de “filosófica” implica una sujeción al mandato de perpetuar la voz del padre. Así, la escritura ha sido una especie de progenie bastarda que sólo funciona como copia y repetición. Es en la filosofía platónica en donde podemos encontrar uno de los primeros montajes de esta escena que une escritura, familia, hospitalidad y amor. Sin embargo, la instauración de un padre vigilante que permitirá una filosofía escrita requerirá de los hijos y de una figura femenina para instaurarse. Es precisamente bajo la aparición de khôra en el propio texto platónico que nos será posible pensar en otras formas de hospitalidad de la escritura —es decir, la posibilidad de que otras voces sean tejidas ahí: escrituras de las mujeres, de las hijas, de aquellos sin familia, de los aún no nacidos o de los nacidos sin padre que están fuera de este esquema filosófico—.

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