Abstract

El artículo analiza las dinámicas del extractivismo en torno al agua, la tierra y el oro, desde la perspectiva teórica de los estudios socioculturales. En el marco de la geoeconomía y geopolítica del capital se presenta un panorama actual de tres expresiones del modelo extractivista en Colombia (grandes y «pequeñas» centrales hidroeléctricas, monocultivos agrícolas y plantaciones forestales y la megaminería) legitimado como la locomotora del desarrollo y principal fuente de financiamiento de la paz y de la reactivación económica ante la crisis generada por la pandemia de covid-19. En este horizonte se examinan también las principales estrategias, agentes sociales y fracciones de clase que configuran el espacio social del extractivismo del siglo XXI en el país y, a su vez, se exponen las disputas discursivas y la práctica del desarrollo con respecto a la agencia del sector privado, el papel del Estado y la acción de los movimientos sociales. Un estudio de caso, el municipio de Quinchía, permite ilustrar cómo se manifiesta territorialmente esta nueva situación ambiental que agudiza viejos problemas y conflictos. La conclusión central argumenta que el extractivismo no sólo es insostenible ambiental, cultural y socialmente, sino uno de los principales obstáculos en la búsqueda y construcción de la paz.

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