El presente artículo es resultado de la investigación adelantada como alternativa de grado como aporte al semillero de APQUA del grupo de investigación PAME de la Universidad de Boyacá.
 La arquitectura moderna tuvo una valiosa participación dentro del proceso de dignificación de la vivienda popular en Colombia. A raíz de la industrialización del país entre las décadas de 1830 y 1850 (Mayor Mora, 2002), el problema de escasez y baja calidad de la vivienda para el sector popular se intensificó debido a la migración de campesinos a la ciudad en busca de oportunidades laborales y a la alta demanda de mano de obra. Hasta antes de 1918, el Estado colombiano no prestó la atención requerida a esta situación; las condiciones precarias de las viviendas y la carencia de higiene afectaban directamente a las familias y a la ciudad
 En el transcurso de la investigación, al indagar sobre la arquitectura moderna en Colombia y sobre el desarrollo y evolución de la vivienda popular, se encontró que, inicialmente, fueron las comunidades religiosas católicas y las entidades de beneficencia las que se preocuparon ante el desalentador panorama, por lo que comenzaron las construcción de viviendas con un esquema social participativo, de manera conjunta con los beneficiados, con diseños que respondían a los parámetros básicos de la arquitectura moderna en cuanto a iluminación, ventilación, amplitud y flexibilidad de los espacios; estas fueron las primeras viviendas dignas para clases populares en el país.
 A inicios de la década de 1920, el Gobierno expidió leyes tendientes a promover la construcción de vivienda popular bajo lineamientos que aplicaban los parámetros básicos modernos, los cuales garantizaban el bienestar de las familias de ingresos bajos. Estos nuevos proyectos de vivienda fueron diseñados por arquitectos colombianos llegados al país desde Europa después de terminar allí sus estudios, influenciados por las nuevas tendencias de la arquitectura moderna. Fue un momento en el que el arquitecto comenzó a tener un rol fundamental en el desarrollo de las ciudades colombianas.
 La aplicación de los conceptos de la arquitectura moderna en construcciones populares dio como resultado espacios higiénicos, confortables, flexibles y progresivos, brindando una vivienda digna a la clase obrera, víctima hasta entonces del olvido del Estado, que por mucho tiempo pasó por alto sus necesidades y derechos. La vivienda popular, construida con materiales económicos y aplicando los principios de iluminación, ventilación y amplitud de espacios, dio nueva esperanza y mejoró las condiciones de una clase social afectada por el déficit de vivienda; esto da un giro de 180° a la situación, pues a partir de este momento, la arquitectura moderna ya no es exclusivamente para clases altas, sino que se convierte en una solución para diversas problemáticas de las clases media y baja.
 A finales de la década de 1960, el Estado empezó a involucrar compañías inmobiliarias en estos proyectos de vivienda popular, al resultarle costoso su diseño por parte de arquitectos reconocidos, que cobraban altas sumas de dinero por su trabajo. Adicionalmente, los presupuestos para estas viviendas disminuyeron, lo cual desalentó a muchos arquitectos que querían generar calidad, pero para ello se requería de una inversión justa. En conclusión, aquella calidad de las viviendas populares que se había alcanzado gracias a la aplicación de los parámetros de la arquitectura moderna durante la primera mitad del siglo XX, comenzó a disminuir progresivamente, perdiéndose poco a poco los logros alcanzados.
 Lo que ocurrió en años posteriores fue el camino a la crítica situación actual que presenta la vivienda de interés social. A partir de la creación del Sistema Nacional de Vivienda de Interés Social en 1991, integrado por entidades públicas y privadas, se estableció el subsidio familiar de vivienda, lo que significó un cambio sustancial en el papel del Estado en la solución de la problemática de vivienda popular, pues pasó de ser promotor, a ser simplemente un facilitador del mercado.
 La investigación contempla una comparación entre la vivienda popular influida por la arquitectura moderna y la vivienda de interés social de hoy. Actualmente, las normativas sobre vivienda de interés social se centran en la exigencia de dimensiones mínimas de los espacios con una destinación definida; dado que la norma no contempla aspectos fundamentales de una vivienda digna como la espacialidad y las áreas libres interiores, la iluminación y ventilación, el tratamiento paisajístico en las urbanizaciones, los equipamientos comunales, el acceso a transporte público, entre otros, estos aspectos no son ya tenidos en cuenta en los diseños. Lo que debería ser un derecho, ahora es un privilegio que, lamentablemente, la mayoría de las personas “beneficiadas” con Viviendas de Interés Social, no tienen.