<p>La educación en la vida universitaria, debe ser un espacio y un tiempo para adquirir sabiduría y así humanizar el trabajo, la ciencia, la profesión, la cultura. Este es el paradigma de la universitas, dejado desde la edad media.</p><p>Si no se realiza esta labor, la educación y los entes formadores pueden caer en la trampa de formar “monstruos educadísimos”, pero sin sapienza, sin virtud, sin capacidad de contemplar y tener un claro sentido de la vida.</p><p>En la modernidad la educación superior debe propender por mantener el equilibrio de la transmisión, la formación de las ncompetencias laborales que provienen de la disciplina epistemológica de cada ciencia y de las competencias para la vida, aquellas que se enlazan con el estudio de las humanitates.</p><p>El estudio de las “humanidades” en el contexto de la modernidad se mueve bajo el influjo de un pensamiento blando, la difusión de ideologías y la tendencia a la convergencia y por eso hay que repensar sus desafíos: ¿Cómo puede entonces contribuir la formación humanista a crear un pensamiento convergente para que la humanidad se una desde lo diverso manteniendo su identidad?, ¿Se puede rescatar lo excluido por el pensamiento débil-blando, para pasar del reino de la doxa al reino de las ideas inmutables?, ¿Es posible hablar al mundo de la juventud universitaria de una cultura de unidad humanística?, ¿Cuál debe ser el rol del intelectual académico hoy en la contribución de educar personas, ciudadanos y profesionales?</p>