En pleno proceso de recuperación económica, cualquier objetivo socio-laboral planteado por una de las administraciones debe pasar inexcusablemente por la creación de empleo como eje directriz y por la dignificación del mismo, en segundo término.La cuestión es ¿qué es un empleo digno? Habitualmente la respuesta se produce en términos económicos es decir, el que cuenta con un gran salario dispone de un empleo «digno socialmente», mientras que las remuneraciones inferiores a la barrera psicológica de los 1.000 euros se corresponden con «mini-jobs» y los que las perciben «mileuristas»,…. en definitiva «empleo precario».Todo ello supone un «pago encubierto» de las dudosas condiciones laborales a las que están expuestos los trabajadores, en términos de salud, de reconocimiento o valoración, de conciliación de la vida familiar, etc.., eso sí, todo ello con su beneplácito, debido a que en la negociación colectiva se hace especial hincapié únicamente en el apartado de salarios.Centrando el objetivo en el primer término, la salud, sería interesante valorar la dignidad del empleo bajo este prisma.La legislación española en materia de seguridad y salud laboral dispone de varias especialidades de prevención de riesgos con objeto de valorar los distintos daños a la salud que sufren los trabajadores. La seguridad y la higiene son consideradas como relevantes, debido a que ambas disciplinas tratan de evitar accidentes o enfermedades producidas por agentes físicos, químicos y biológicos respectivamente, en definitiva patologías de importancia. Sin embargo, la hermana pobre de la prevención, «la ergonomía», es mal considerada ya que se corresponde con una especialidad encaminada al diseño del puesto de trabajo y a mejorar la integración persona-equipo-herramientas… comúnmente conocido como «mejorar el grado de confort o comodidad».Sin embargo, las estadísticas oficiales se expresan en otros términos. El mayor problema de la población trabajadora es ergonómico.Los Trastornos músculo esqueléticos (TME) son patologías de gran incidencia en la población. Un porcentaje mayoritario de las personas sufren dolores y molestias en sus articulaciones. El grado en que el trabajo es el causante o agravante de los mismos está todavía cuestionado ya que sus causas son heterogéneas y habitualmente se combinan en el sujeto, pudiendo ser atribuidas a cualquiera de ellas.El presente estudio trata de calcular la incidencia de los TME de población laboral española en la comparación con los datos europeos. La dificultad consiste en que las listas de enfermedades profesionales de los distintos Estados de la UE son diferentes y por tanto, los datos difícilmente comparables.La metodología del estudio consiste en el uso de dos tipos de datos: la opinión de los trabajadores y los resultados oficiales de siniestralidad laboral. En el primer caso, se comparan los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo y la European Working Conditions Survey y, en segundo lugar, se realiza una comparativa entre los datos de accidentalidad publicados por las autoridades laborales españolas con los proporcionados por la Oficina Estadística de EU (EUROSTAT).La incidencia de la problemática de los TME en España queda demostrada y por tanto la dignidad del empleo en entredicho, no solo en términos económicos, sino en términos de salud. La conclusión es que, durante la negociación colectiva, otros factores, además del económico, deberían ser tenidos en cuenta.