Con el conocimiento de los criterios doctrinales de autores como Rawls, Habermas y Nino, el autor toma partido por un modelo democrático, participativo y deliberativo, y lo compara con el sistema representativo, para luego afirmar que dicho sistema debería modificarse y concebirse como una delegación, y continuar la discusión a partir de un punto alcanzado por los electores durante el debate que condujo a la elección de representantes. Previo análisis de los elementos públicos en que se basa el poder, y de la libertad como corriente que fundamenta las actuales concepciones políticas, el autor comenta las causas del desencanto que en México existen hacia la política y los políticos, y concluye que aun cuando el proceso de transición a la democracia está en marcha, son necesarias una serie de medidas institucionales para favorecer un modelo democrático deliberativo y participativo.