espanolLos chachapoya de la sierra nororiental de Peru utilizaron varios metodos para enterrar a sus muertos, pero casi todos estos se dieron en espacios sumamente visibles. Mientras que existe variacion regional entre diferentes espacios mortuorios chachapoya, hay evidencia de una cohesion estilistica dentro de cada sitio. Desafortunadamente, pocos complejos mortuorios han sido excavados, pero el complejo de La Petaca en el distrito de Leymebamba, nos provee una oportunidad de examinar cientificamente la variacion intra-sitio. En solamente medio acantilado del complejo mortuorio registramos un minimo de 125 construcciones incluyendo tumbas, plataformas y caminos, ademas de cavernas, nichos, y abrigos, todos con restos mortuorios. Utilizando arqueologia vertical, recuperamos restos culturales, muestras oseas y organicas para analisis bioquimico y para fechados. Desafortunadamente, muchos de los contextos han sido danados por la actividad de los huaqueros y los procesos tafonomicos naturales. Se ha hallado variabilidad en los metodos constructivos, materiales, disenos arquitectonicos y ubicacion en el sitio, pero en general la distribucion de rasgos comunes sugiere varias interpretaciones: 1) el estilo mortuorio fue adaptado a la locacion precaria, 2) habia muy pocos cambios a traves del tiempo, 3) habia pocos constructores de estas tumbas, o 4) este complejo refleja patrones constructivos de una sola tradicion. Sobre todo, estos datos nuevos nos pueden presentar valiosas interpretaciones sobre la accesibilidad, la complejidad en construccion y aspectos de la identidad social de los chachapoya. EnglishThe Chachapoya of the northeastern Peruvian highlands utilized various methods for disposing of their dead, but almost all involve highly visible spaces. While some regional variation is found among Chachapoya mortuary spaces, there is evidence for social cohesion within each site. While few mortuary complexes of the Chachapoya have been excavated, La Petaca mortuary complex in the Leymebamba district, provides the opportunity to scientifically study intrasite variation. On only half of the mortuary complex’s massive vertical wall we documented 125 constructions including tombs, platforms and walkways, as well as several caves, niches and rock shelters, all of which contained mortuary remains. By using techniques of vertical archaeology, we collected artifacts and skeletal and organic samples for analysis and radiocarbon dating. Unfortunately, many of the contexts had been damaged by looting and natural taphonomic processes. Here was some variability in construction methods, materials, architectural design, and location across the site, yet generally common features suggest several interpretations: 1) mortuary style was adapted to the precarious location, 2) there was little change over time, 3) few builders were involved, or 4) these practices reflect a single cultural tradition. Overall, these new, detailed data yield valuable information on the importance of mortuary spaces and the regional complexity of the Chachapoya.
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