El aumento en la incidencia de enfermedades de interés en salud pública como malaria, dengue y fiebre amarilla asociado a los efectos secundarios del uso de plaguicidas químicos y la resistencia generada, ha impulsado a la búsqueda de nuevas alternativas para la erradicación de sus vectores. Una opción viable como bacteria entomopatógena es el Bacillus sphaericus, descrita por primera vez en 1904 por Neide y Meyer, quienes descubrieron una bacteria formadora de esporas, que existe en la naturaleza y que crece fácilmente tanto in vitro como en el cadáver de las larvas.Su actividad larvicida se debe a la producción de una inclusión cristalina denominada toxina binaria A y B de 41,9 y 51,4 kDa, respectivamente, las cuales, al ser liberadas en el intestino de los insectos susceptibles en su fase larvaria y tras ser solubilizada por el pH alcalino en la porción media del intestino, activan las proteasas causando deshidratación y muerte a los vectores. Es considerada como un biolarvicida altamente potencial y eficaz para el control biológico de Anopheles spp., Aedes spp. y Culex spp. Comercialmente puede producirse por fermentación sumergida a pequeña escala con materiales proteínicos de desecho. Este producto ha sido utilizado y registrado en numerosos países de América Latina, donde se han obtenido buenos resultados después de su aplicación.
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