Abstract

Uno de los efectos más importantes que la digitalización de la economía puede generar es una transformación radical del sistema financiero tal como lo conocemos en la actualidad y, de manera singular, del sistema bancario. Los bancos centrales han aceptado ya que necesitan proveer de una “moneda digital” si quieren seguir manteniendo el control sobre el sistema monetario del que son responsables de su buen funcionamiento. Ahora bien, la aparición de una “moneda digital” gestionada por los bancos centrales entra en conflicto con la capacidad de creación de dinero que tienen los bancos comerciales a través de los depósitos bancarios. Este conflicto está condicionando el diseño de la moneda. La opción seleccionada, al menos en la eurozona, es la de limitar las tenencias individuales de esta nueva moneda. Sin embargo, el establecimiento de límites cuantitativos creemos que no impedirá la transformación del sistema financiero que se pretende evitar.

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