Abstract
Entre finales del siglo XI y el primer tercio del siguiente, se organiza en la catedral de Oviedo un santuario de peregrinación alrededor de las reliquias contenidas en la llamada Arca Santa. La historia de su origen, composición y culto depende fundamentalmente del corpus literario compuesto por Pelayo de Oviedo en el primer tercio del siglo XII. En esta versión, el arca procedería en último término de Jerusalén, llegando a Asturias, tras varias vicisitudes, en coincidencia con la insurrección del príncipe Pelayo contra los musulmanes. Tras un tiempo depositada bajo una tienda de campaña, Alfonso II, como un nuevo Salomón, las habría instalado en el edificio que conocemos actualmente como Cámara Santa. Esta versión sustituyó a otra, más sencilla y antigua, en la que el rey Alfonso de II protagonizaba el relato de inventio. En este artículo se intentará explicar de qué manera el relicario pasó de ser emblema del poder monárquico al diocesano.
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