Abstract

En la primera parte de este texto, se exploran los orígenes del topos de la animalidad en nuestra cultura moderna; para ello se recuperan temas tratados desde la creación de la estética, y se arroja luz sobre el encuentro de la reflexión estética con la ciencia (en especial con Darwin y su teoría del origen de las especies). En la segunda, el autor asume la identidad de Rotpeter, el personaje de Kafka, y presenta el tratamiento de los animales en el escritor de Praga. En el epígrafe final se retoma el debate en torno a la cuestión animal y a la “naturaleza” en el contexto de una biopolítica de la compasión; aquí el autor apoya la discusión en dos obras de J. M. Coetzee, con el objetivo de mostrar hasta qué punto la compasión y la beneficencia pueden hallarse en el origen de una simple tutela autoritaria ejercida hacia el “otro”.

Highlights

  • Desde el siglo XVIII, es decir desde la Ilustración y su deseo de explicar el mundo por medio de la razón científica, una fuente privilegiada para pensar el hombre es su confrontación con el animal

  • A diferencia de lo que pensaban los teóricos de lo trágico y de lo sublime, pero en armonía con ciertos autores cristianos, la compasión estaría vinculada a una extendida repugnancia por la muerte y por el sufrimiento

  • 3. “En el proceso de desarrollo del individuo, el objetivo principal es el programa del principio del placer, el cual consiste en obtener satisfacciones que proporcionen felicidad [...] Es distinto en el caso del proceso cultural; en este, el objetivo principal es, en gran medida, la producción de una unidad compuesta por individuos humanos; seguramente, el objetivo de tornarse feliz existe todavía, pero queda en segundo plano, y casi siempre se tiene la sensación de que la creación de una gran comunidad humana sería más exitosa si no fuera necesario preocuparse por la felicidad del individuo”

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Summary

Introduction

Desde el siglo XVIII, es decir desde la Ilustración y su deseo de explicar el mundo por medio de la razón científica, una fuente privilegiada para pensar el hombre es su confrontación con el animal. Algunas expresiones, como el erizar del cabello bajo la influencia del terror extremo, o enseñar los dientes cuando se está muy furioso, difícilmente pueden ser comprendidas sin la creencia de del otro a lo abyecto del simio que siente lo mismo, la abyección se convierte en una prueba, como volveremos a ver en Kafka, a la vez de nuestra animalidad y de la “humanidad” del simio.

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