Abstract
En los primeros años de la Revolución Cubana (enero de 1959), cientos de jóvenes provenientes de todos los estratos sociales y rincones del país, sin distinción de sexo o color de la piel, obtuvieron becas para formarse en La Habana como Instructores de Arte. Muchos de ellos continuaron estudios en la Escuela Nacional de Arte (ENA), fundada en La Habana en 1962, convirtiéndose de ese modo en los primeros artistas profesionales formados en el proceso revolucionario.
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