Abstract

Estudiamos como paradigma un edificio que, además de alterar su lenguaje formal debido a sus distintas reformas, también lo hizo en virtud de sus usos. Así, la primitiva Residencia Sanitaria, que consituyó uno de los raros ejemplos del racionalismo arquitectónico en una capital tradicional y modesta como era Zamora cuando fue construida en el primer tercio del siglo XX, dio paso a un centro religioso que mantuvo su carácter salvo en su nueva capilla. Su última adecuación neorrománica de los años 70 introdujo un nuevo lenguaje, permaneciendo, no obstante, los elementos racionalistas aunque epidémicamente transformados por el uso. Esta amalgama de lenguajes y sus sucesivas reformas desfiguraron una arquitectura extraordinaria pero que conserva sus principales valores mientras permanece –como tantas otras- expuesta a su desconsideración y las dudas de su perduración. 

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