Abstract

El cuadro Las floristas indias, de Camilo Egas, significó una ruptura en la representación del indígena en las artes plásticas del Ecuador. Con anterioridad a este cuadro, el indígena, bajo una mirada positivista, quedaba objetivado hasta borrar las huellas que revelaran su subjetividad. Después del mencionado cuadro, la representación del indígena, en una concepción naturalista, se dotó de un contexto social, de un paisaje geográfico y de un devenir histórico. Sin embargo, esa nueva mirada, bajo la influencia del “realismo social”, degeneró en una representación repudiable.

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