Abstract
En Argentina, a partir de los años 90, se multiplican los dispositivos de políticas sociales que tienen como protagonistas distintos espacios asociativos. En particular, en torno a programas de empleo que articulan distintas organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales y agrupaciones políticas que intentan apropiarse y redefinir esos dispositivos. Propongo aquí una reflexión que intenta echar luz sobre la experiencia de lo político en una población que irrumpe en la política nacional en la crisis de 2001 y hace de la autogestión un modo de vida alternativo. A partir de un trabajo etnográfico se dará cuenta de la manera en que lo político se ve anclado en lo cotidiano impregnando la organización colectiva, el trabajo, la alimentación o las producciones y consumos culturales. El trabajo de campo etnográfico permite cuestionar distinciones jerarquizadas entre movilizaciones políticas, sobre la base de reclamos universales y movilizaciones sectoriales desde intereses particulares para desplegar formas de involucramientos plurales. El artículo restituye distintas dimensiones del involucramiento que ponen en evidencia los efectos de compartir un lugar de encuentro, de eventos culturales, de trabajo y militante, en la búsqueda de una puesta en común políticamente informada, en particular por la reivindicación de la autogestión.
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