Abstract
El artículo explora la formación de los arrabales indígenas de San Sebastián y San Blas en Quito entre la fundación española de la ciudad, en 1534, y 1575, cuando los barrios fueron constituidos como parroquias. Constatamos que los arrabales son fruto de una dualidad intrínseca al urbanismo colonial, marcada por los polos complementarios damero-arrabal, para argumentar que estos barrios se engendraron en el terreno debido a tres estímulos derivados del proyecto colonial. El primero de ellos es el proceso de evangelización, que buscaba concentrar a la población indígena circundante a la ciudad en un lugar fijo. En segundo lugar, las alianzas entre los colonizadores y las altas autoridades indígenas que requerían la cercanía de estas últimas para el manejo de la población tributaria y neófita. Finalmente, el tercer impulso en la formación de los arrabales es la atracción de mano de obra indígena para la construcción de la ciudad, los oficios artesanales y el servicio doméstico. Rastrear la formación de la periferia urbana significa incluir a los indígenas en la historia de la ciudad, no como habitantes de una ocupación prehispánica que se mantiene latente, sino como actores en la configuración de la ciudad colonial.
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