Partiendo de la noción de religión como comunicación y resonancia, este artículo analiza los detalles y las variedades de la comunicación religiosa en la antigua Roma. Ampliar el foco de atención tradicional en el “sacrificio” admitiendo que sacra facere era mucho más que “sacrificar” nos permite utilizar la abundante documentación que atestigua las múltiples facetas, relaciones pragmáticas y asociaciones cognitivas de los rituales para analizar las relaciones entre el mundo y el yo individual que se establecen en la ejecución de tales ceremonias. El artículo aborda el ritual religioso como una relación triangular entre los agentes humanos (tanto en papeles activos como pasivos), sus receptores “especiales” o “divinos” y los animales u objetos empleados en dicha comunicación no simplemente de manera casual, sino como elementos constitutivos de la misma. Sostiene, además, que las prácticas religiosas tienen una cualidad relacional específica que las hace particularmente importantes para establecer relaciones, poniendo en primer plano el carácter reflexivo y auto-observante de estas prácticas “intensificadas”. Con este telón de fondo, el cuerpo del estudio investiga las numerosas asociaciones e implicaciones conceptuales y materiales del ritual religioso romano, defendiendo así la maleabilidad individual y cultural de las relaciones rituales. Se construye un marco heurístico dentro del cual es posible afirmar que las relaciones entre el mundo y el yo se establecen y se vuelven habituales en prácticas que se caracterizan por incluir destinatarios no incuestionablemente plausibles y, en consecuencia, por ser más intensamente mediatizadas y más autorreflexivas que muchas otras prácticas sociales.