La cooperación Sur-Sur se ha consolidado como una modalidad complementaria a la tradicional cooperación Norte-Sur que, en la práctica, se ha materializado como un instrumento para el intercambio de ideas, políticas y experiencias, que se ejecuta entre países en desarrollo que tienen, o creen tener, elementos políticos, históricos y socioeconómicos afines. Sus orígenes se remontan a la década de los cincuenta, y desde entonces, la estructura ideológica que le ha dado forma ha estado influenciada por ideas y hechos que se interrelacionan a partir de distintas narrativas construidas por los estados, subrayando intereses comunes sobre el lugar que ocupan dentro de la arquitectura de la cooperación al desarrollo. A lo largo del siglo XXI, dicha modalidad ha ido ganando mayores espacios de concertación y negociación como un instrumento político de los países en desarrollo que se sustenta en los principios de horizontalidad, solidaridad, reciprocidad e independencia. Desde un enfoque regional, América Latina, por ejemplo, ha favorecido la creación de instrumentos técnicos que, desde la conceptualización hasta el registro de datos, han llevado a la creación de estructuras normativas para la ejecución de la cooperación Sur-Sur. En esa línea argumentativa, desde un enfoque social constructivista de difusión de ideas, normas y prácticas, este artículo analiza de manera descriptiva y explicativa cómo la región ha fortalecido la práctica de la cooperación Sur-Sur a partir de la identificación de problemáticas comunes y discursos encaminados a definirla desde las estructuras ideacionales. El objetivo de este artículo es entender el proceso de formación de la gobernanza regional de la cooperación Sur-Sur en América Latina, para lo cual, se analiza el rol de la Secretaria General Iberoamericana desde cuya institucionalidad, los países de la región fortalecen la difusión de prácticas e ideas que podrían significar avances para la construcción de una gobernanza global de la cooperación Sur-Sur.
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