La tradicional y marcada diferencia entre los países ricos del norte y los países pobres del sur, desde aproximadamente 1990 está desapareciendo, cada vez más. Esa marcada divergencia entre los cada vez países más ricos y los cada vez países más pobres, que se inició con la revolución industrial y el colonialismo a inicios del siglo XIX, se está revirtiendo por una nueva convergencia.Hoy en día se está produciendo un cambio estructural en la dinámica de la economía mundial, además de esta nueva convergencia por el comportamiento acelerado de la tasa de crecimiento económica per cápita de los países emergentes y en desarrollo que es mayor a la de los países desarrollados y que tiende a homogeneizar los crecimientos per cápita globales, sin embargo estos países no se han podido desvincular de la fuerte correlación cíclica en torno a la tendencia y tampoco se han podido aislar de los efectos de la creciente divergencia en la desigualdad en la distribución de los ingresos entre ricos y pobres.Las 85 personas más ricas del mundo poseen ahora más de la mitad de la riqueza disponible, la desigualdad en la distribución del ingreso está divergiendo, potenciándose y perpetuándose a un ritmo sin precedentes a nivel mundial, (a pesar de que el ingreso promedio global está convergiendo), dejando una impresión cada vez mayor de que es “moralmente incorrecta”, además está demostrado que frena la velocidad de crecimiento de los países.A pesar de que en este artículo nos centramos en la desigualdad del ingreso global, esta a menudo está asociada a otras desigualdades que también afectan globalmente y podrían eventualmente ser más importantes aún (carencia en el acceso a los alimentos, al agua, la sanidad, la educación, etc.).La propiedad del capital está más concentrada que la distribución de las rentas; el 10% de la población de la OCDE tienen más del 50% de la propiedad, por otra parte un 50% de la población no tiene ninguna propiedad, pero si está endeudada.
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