China se ha convertido en un importante proveedor de recursos para los países en desarrollo, abarcando capital, conocimientos técnicos y experiencias. China también ha trabajado activamente para fortalecer los lazos diplomáticos con las regiones en desarrollo desde principios de la década de 2000. En este contexto, los gobiernos de muchos países en desarrollo han tomado medidas para incorporar a China como un factor importante en sus consideraciones geopolíticas y geoeconómicas. Bajo el gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (Adalet ve Kalkınma Partisi, AKP), Turquía también ha buscado fomentar las relaciones con China, particularmente desde principios de la década de 2010. Esta búsqueda se ha visto impulsada aún más por las tensas relaciones de Ankara con Estados Unidos y la Unión Europea. El liderazgo político turco veía a China como un socio potencialmente crucial que podría mejorar la autonomía del país en relación con Occidente. Si bien esta expectativa no se ha materializado del todo hasta ahora, hay un debate en curso sobre hasta qué punto China puede ser potencialmente un actor transformador en la posición de Turquía dentro del orden internacional. Este artículo contribuye a este debate al ubicar la relación entre Turquía y China en un contexto más amplio del poder y la influencia de China en el mundo en desarrollo. El documento sugiere que es probable que el potencial de cooperación de Turquía con China siga siendo relativamente limitado en el futuro previsible. Esto no se debe solo a los vínculos profundamente arraigados de Turquía con Occidente, sino también a la naturaleza del poder global de China, que es más parcial y menos profunda de lo que comúnmente se supone.