Abstract

En 1990 la estudiante de fotoperiodismo Therese Frare captó la agonía del joven activista y enfermo de Sida David Kirby. Una imagen impactante e indulgente, convertida en icono de la lucha contra el estigma hacia la enfermedad. A pesar del gran prestigio alcanzado el trabajo posterior entorno a uno de los cuidadores de este, el enigmático Peta, durante dos años hasta su muerte, también a causa del Sida, resultó mucho más profundo y complicado. Un viaje poético en la recta final de un ser extraordinario y fascinante cuya vida estuvo llena de dualidades. La conmovedora historia que componen las fotografías tomadas supuso otra manera de mostrar al portador del VIH, dentro de un género surgido durante los años más duros de esta epidemia, y un reto enternecedor al que se enfrentaron ambos.

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