Abstract
En el año 2002, la Society for Cinema Studies, probablemente la asociación académica más numerosa e influyente de estudios cinematográficos a escala internacional, decidió añadir un nuevo término al nombre que había mantenido durante las cuatro décadas precedentes. A partir de ese momento, y hasta la actualidad, pasó a denominarse Society for Cinema and Media Studies (SCMS). Si uno siente la curiosidad de recorrer los programas de los congresos previos a esta edición archivados en su página web, puede observar con nitidez cómo los estudios centrados en la televisión y lo que entonces se denominaba «new media» iban ganado relevancia en los abigarrados paneles y las conferencias plenarias de la asociación. El avance manifestaba un doble síntoma que no pasaba desapercibido. Por un lado, el lugar central que había ocupado el cine dentro del pensamiento sobre el audiovisual comenzaba a desplazarse hacia un territorio periférico, aunque todavía no demasiado definido. Por otro lado, y en tensión con lo anterior, la tradición del pensamiento sobre el cine seguía siendo un modelo fundamental para el análisis de estos nuevos medios, sobre todo cuando se intentaba abordar su función más allá de los estudios sociológicos o estadísticos. Por decirlo con palabras de Rick Altman, alrededor del cambio de siglo se produjo en la disciplina un desplazamiento en el que los estudios específicos sobre el cine pasaron de tener un carácter centrípeto, como punto de llegada al que se dirigía el pensamiento sobre el audiovisual, a un carácter centrífugo2.
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