Abstract

Estudios recientes sobre la historia de la ciencia han enfatizado el enfoque transnacional que problematiza las narrativas eurocéntricas clásicas, las interpretaciones de difusión cultural y la oposición rígida de las categorías de «centro» y «periferia», para explicar la dinámica de los circuitos transnacionales y la circulación de conocimientos, personas, artefactos y prácticas científicas. El presente escrito intenta abonar en esta dirección al mostrar que el trabajo realizado por los genetistas mexicanos en los mil novecientos sesenta y setenta, en especial los trabajos de citogenética, no pueden caracterizarse como periféricos, pues al formar parte de redes de colaboración internacional, el conocimiento generado localmente en instituciones mexicanas y extranjeras logró circular y formar parte de la consolidación de la citogenética a escala global. En este artículo se abordarán las trayectorias de la bióloga y genetista mexicana María Cristina Cortinas, y en menor medida la de la médica y genetista mexicana de origen argentino Susana Kofman. Ellas compartieron agenda médica y de investigación además de tiempo y lugar, participaron en el diagnóstico temprano de enfermedades genéticas y revelaron la correlación entre las observaciones clínicas y el cariotipo. Este manuscrito se centrará, por un lado, en los cromosomas como objetos científicos híbridos que circularon entre la clínica y el laboratorio; por el otro, se abordarán los contextos locales, las culturas materialesy las prácticas específicas que permitieron a estas mujeres genetistas mexicanas ser parte de la producción y transmisión de conocimiento en los años mil novecientos sesenta y setenta, gracias a su pertenencia a redes científicas de colaboración nacionales e internacionales.

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