Abstract

En el episodio de los batanes (1.20), Cervantes expresa una concepción de la cognición corporeizada que propone que todo conocimiento surge de una interacción física entre el cerebro, el cuerpo y el medio ambiente natural. El episodio es uno de los primeros en los que Sancho Panza aprende a manipular a don Quijote para conseguir sus propios fines y para controlar un ambiente que le parece amenazador. Las acciones centrales de la aventura, que se representan en términos materiales y sensoriales, constan de varias adaptaciones cognitivas a los estímulos naturales, con un énfasis particular en los procesos de ingestión y digestión, tanto de comida como de narrativa. En este contexto cognitivo, la acción de contar y escuchar historias satisface una necesidad biológica que Ellen Spolsky ha llamado “representational hunger.”

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