Abstract

Mi carrera ha sido una mezcla de búsquedas, encuentros y desencuentros, y la visualizo como un río que llega a un mar tranquilo. En mi etapa de estudiante de Medicina, me sentía pequeña ante los sabios profesores y la enseñanza paternalista de la época. Las protestas estudiantiles de 1975 nos llevaron a crear una "Universidad paralela" que fomentó el trabajo en equipo y la proactividad. Como médico joven, enfrenté la disonancia entre lo aprendido y la realidad de los pacientes, lo que me llevó a estudiar -además de la clínica- comunicación y emociones. La enfermedad de mi madre y su temprana muerte influyó en mi vocación hacia la Medicina de Familia y en mi determinación de mejorar la relación con los pacientes. Las experiencias personales y profesionales como médico rural, incluidas las pérdidas y errores, me enseñaron la importancia de la empatía y la honestidad. Por todo ello, al asumir la Coordinación de la Unidad Docente y ser tutora MIR, comprendí el sufrimiento de los jóvenes médicos, y encontré en el grupo Comunicación y Salud un espacio de crecimiento que me proporcionó recursos para ayudarles. Durante la jubilación, enfrenté enfermedades que me hicieron valorar aún más mi vida y mi carrera. Al final de esta trayectoria, miro con gratitud y asombro el camino recorrido y el apoyo de colegas, familiares y sociedad en general.

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