Abstract

El método desarrollado por Serguei Eisenstein, a través del cual logra encadenar y dar sentido a una serie de planos cinematográficos, pone de manifiesto la importancia del montaje, en tanto que permite revelar sensaciones y afectaciones, es decir, un pathos que hace referencia a intereses vitales, miedos, deseos y nostalgias de diferentes lugares y épocas que irrumpen de manera fulgurante en forma de imagen. En términos de la memoria, existe de manera similar un montaje de imágenes, por medio de las cuales se representa el pasado. En este contexto, el presente artículo desarrolla algunas reflexiones acerca de la película El acorazado Potemkin; a su vez, plantea la posibilidad de trasladar una serie de características del montaje eisensteniano a los procesos de la memoria.

Full Text
Published version (Free)

Talk to us

Join us for a 30 min session where you can share your feedback and ask us any queries you have

Schedule a call