Abstract

Sólo en una tercera parte de los trabajos empíricos sobre comunicación realizados en España es posible identificar algún procedimiento metodológico estandarizado (Martínez y Saperas Lapiedra, 2011). Y aún cuando en la investigación española se habla de metodología, la confusión se mantiene. Es demasiado frecuente presentar unas herramientas de análisis o de muestreo específicas como si fueran en sí mismas la metodología de la investigación. De la misma forma que se confunde en ocasiones el análisis de discurso, la entrevista en profundidad o el grupo focal con el diseño metodológico de tipo cualitativo, el muestreo con aspiración de representatividad se instaura como símbolo inequívoco del correcto diseño de corte cuantitativo, hasta el punto de pretender sustituir dicho diseño. En realidad, el muestreo sólo es una parte del proceso metodológico y de nada sirve si no funciona bajo un diseño previo del mismo y, ni siquiera cuando está bien realizado en el sentido técnico y se logra una muestra representativa, podemos asegurar que cumpla el objetivo para el que fue utilizado. Por tanto, y a pesar de los distintos enfoques existentes sobre el papel que en la investigación debe tener el diseño metodológico, parece evidente que las herramientas o técnicas específicas son instrumentos que sólo funcionan cuando el propio diseño metodológico así lo pide. Poner en valor el papel de una fase de diseño metodológico es, en realidad, conectar con el problema epistemológico a resolver.

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