Abstract
El presente artículo tiene como objeto establecer los paralelismos existentes entre la iconografía y los recursos orales vinculados a la tradición de las leyendas marianas a ambos lados del Atlántico. A partir de la reproducción de una variante inédita de la leyenda de la sevillana Virgen de los Reyes, auspiciadora de las conquistas de Fernando III el Santo, se dará cuenta de una rica tradición reflejada en autos sacramentales durante los Siglos de Oro y de relatos populares que conjugarán los hechos históricos con lo maravilloso y sobrenatural.
Highlights
La explicación a ciertos hechos sobrenaturales[2] a lo largo de la historia muchas veces ha sido canalizada por medio de una acción divina
This paper aims to establish the parallels between the iconography and oral resources linked to the tradition of the Virgin
Starting from the reproduction of an unpublished variant of the legend of the “Virgen de los Reyes” (Our Lady of Monarchs), sponsor of the conquests of Ferdinand the Third, it will lead to a rich tradition reflected in “autos sacramentales” during the 16th and 17th centuries and in popular stories that will combine historical facts with the marvelous and supernatural
Summary
767. 11 Existe además otras cantigas, como la 221, en las que se cuenta cómo el rey Fernando, siendo niño, cayó gravemente enfermo y que, gracias a las plegarias ofrecidas por su madre, doña Berenguela, fue milagrosamente curado por la intercesión de la Virgen. Hasta nosotros ha llegado un ejemplar (conservado en la biblioteca de la Hispanic Society de Nueva York) de la comedia La Virgen de los Reyes, durante mucho tiempo atribuida a Tirso de Molina y que gracias a estudios posteriores se ha demostrado que su verdadero creador fue Hipólito de Vergara —admirado por coetáneos como Lope o Cervantes[16] y a quien se ha querido vincular a la escuela poética sevillana—, siendo la obra publicada en 1629. Tal y como me la han transmitido[21]: En tiempo de los moros, estando Sevilla con todas las puertas de la muralla cerradas y custodiadas por la guardia mora, el santo rey Fernando se hallaba acampado con todas sus huestes al otro lado del río, en Triana, sitiando la ciudad. Que la imagen onírica sea la que después coincida con la fisonomía de la escultura es una «demostración de autenticidad que radica en la correspondencia entre el rostro soñado y
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