Abstract

El Cancionero General de Hernando del Castillo (Valencia, 1511) presenta una canción de Pedro Fajardo, Adelantado de Murcia, con un encabezado que remite a unas «tueras» (una especie de pequeña calabaza silvestre), como invención o empresa. El sabor de la «tuera» es muy amargo y por ello, en las escasas ocasiones en que aparece el término en literatura, las «tueras» se asocian con la amargura del sufrimiento amoroso (y a veces tal vez con la gravedad y los pesares del embarazo y la crianza). Encontraremos una nueva utilización poética de la «tuera» solamente cuatro siglos después, en uno de los sonetos de Miguel Hernández, «Fuera menos penado», incluido en su libro El rayo que no cesa (1936). Tratamos de analizar y contestar algunos interrogantes en torno al mantenimiento, rescate o resurrección del término «tuera» y sus significados en los mismos contextos poéticos, si bien en horizontes de expectativas muy alejados en el tiempo.

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