Abstract

The built environment played a central role in policies intended to build a new colonial Andean society. The Spanish approached urbanism as a precondition and generator of the civic community. From precedents in the Mediterranean world, the staging of spectacle was integral to the design and construction of Spanish urban space, especially through the forms of the plaza and the church. Such associations and forms have analogies in the late prehispanic Andes, and in the colonial policies of Tawantinsuyu in particular. This paper traces out how these spatial forms, ideologies, and practices articulated through the Spanish invasion, with a focus on the (re)construction and (re)use of ritual spaces in the context of the Colca Valley (southwestern highlands of Peru). Specifically, analysis of how the configuration of kallanka/pata translated to church/plaza since the first evangelization in Franciscan doctrinal settlements, through the general resettlement of Indians (reduccion general de indios) under the Viceroy Francisco de Toledo. This exploration reveals a long and punctuated trajectory of centripetal processes and events from the Inka era through the reduccion, and the centrality of these ritual spaces in them. What emerges is a picture of mutual appropriation more than domination through compulsory urbanism.

Highlights

  • The built environment played a central role in policies intended to build a new colonial Andean society

  • Adyacente a la plaza trapezoidal en su lado este se encuentra una colina amurallada que parece distintiva por los grandes afloramientos de roca madre y rocas grandes de formas inusuales

  • Este proceso no se corta, sino continúa con la reducción toledana: aunque Mawchu Llacta parecería a simple vista un asentamiento impuesto según un modelo europeo, elementos inkaicos de emplazamiento, construcción, y planificación urbana están presentes—no solamente por sus márgenes, sino también en su núcleo y origen de concepción como asentamiento

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Summary

Las doctrinas de los collaguas

Después de la invasión española del Tawantinsuyu, el valle del Colca, el valle más grande de la cordillera occidental del sur del Perú, fue uno de los lugares más tempranos de evangelización por el orden franciscano. Esta intervención temprana parece deberse a la importancia económica y política regional del valle y sus habitantes: los grupos étnicos collaguas y los cabanas. Con una población combinada de unos 70.000 habitantes durante fines de la época prehispánica, los cabanas (quechuahablantes) ocuparon la parte baja; y los collaguas (aimarahablantes), las partes centrales y altas del valle (Galdos Rodríguez 1984; Málaga Medina 1977; Pease 1977) (Fig. 1). Con el apoyo del segundo virrey La Gasca y el nuevo encomendero Francisco Noguerol de Ulloa, los franciscanos expandieron y formalizaron sus doctrinas en el valle después de la derrota de las fuerzas de Gonzalo en 1548. A través de varias líneas de evidencia, se puede afirmar que esta doctrina corresponde al sitio conocido como San Antonio en la actualidad, uno de los asentamientos principales de la zona de Coporaque durante la época inkaica (Wernke 2007a, 2007b, 2013b)

El emplazamiento y organización de las doctrinas tempranas
Transformaciones espaciales en la doctrina de Malata
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