Abstract

En las últimas décadas, el sur, el este y el sudeste de Asia han tenido un extraordinario crecimiento y una gran capacidad de innovación tecnológica, por lo que los gobiernos mexicanos la han considerado como una región potencial para la diversificación de sus relaciones económicas. Empero, en una valoración comprehensiva, México se ha quedado corto en la capitalización de mayores oportunidades de negocios y en profundizar sus nexos diplomáticos. Con esos retos dio inicio el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018), que fue eficiente en “administrar” sus relaciones internacionales, sin aportar mayor valor agregado en la consecución de sus objetivos iniciales de política exterior, en un contexto de volatilidad de los factores internos y externos.

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