Abstract

Desde diversas perspectivas se ha pretendido poner límites al uso del lenguaje religioso en el discurso público, bajo argumentos como la defensa de laicidad o el pluralismo. El filósofo alemán Jürgen Habermas ha planteado que el discurso religioso pueda entrar a participar en el debate social tras una traducción de sus postulados a términos seculares universalmente aceptables. Sin embargo, la persistencia del lenguaje religioso en política aún es capaz de comunicar con éxito, y se mantiene como un recurso válido incluso en una izquierda de corte socialista como la del presidente Hugo Chávez. El propósito de este artículo es analizar la relación discursiva entre política y religión a partir del ejemplo del gobierno venezolano.

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