Abstract

El pishtaco andino es una de las fi guras más intrigantes y difíciles de defi nir dentro del imaginario po-pular. No cabe en ninguna de las categorías de seres sobrenaturales presentes en el universo de las creen-cias de los pueblos andinos. Crea su categoría propia, autónoma, que genéticamente radica tanto en la realidad histórica de las primeras décadas de la conquista, como en la mitología autóctona. Constituye una conceptualización y visualización de la trauma cultural muy profunda y fruto de su tratamiento sicológico que ha atribuido una cara y una fi gura a las amenazas existenciales nuevas. El temor ante lo desconocido implicaría un estado de desamparo y, en cambio, el temor ante un enemigo conocido permite elaborar una estrategia de defensa. En la mitología milenarista andina del periodo siguiente a la Conquista el pishtaco apareció como una fi gura simbólica personalizando al enemigo que va a desa-parecer solo cuando se reaviva el imperio Inca idealizado. El pishtaco no viene dotado de una sola cara o un solo aspecto. En los últimos 500 años aparecía llevando vestido de convento, del hacendado cruel, de un soldado, de un médico o cualquiera otro a quien los campesinos hubiesen reconocido como „ajeno”. Las visualizaciones más antiguas que se han descrito ya en el siglo XVI siguen siendo vivas y le suceden, sobreponiéndose a ellas, las visualizaciones siguientes, creadas más tarde. Es sorprendentemente viva la creencia en la existencia del pishtaco hasta en los tiempos contemporáneos. Esto da fe de una estructura interna perfecta de la misma que ha sido capaz de adaptarse a unas formas de amenaza contemporáneas. El pishtaco ataca a los indios, les degüella y extrae su grasa que no consume (¡no es un variante de vam-piro!) sino la transfi ere a manos de los blancos en donde se utiliza para resforzar los equipos que fabrican ellos. Los relatos más antiguos y más populares en Perú cuentan como se añadía la grasa de los indios a las aleaciones de metales, a ordenadores o teléfonos. La lógica de esta creencia viene apoyada sobre una valorización extraordinaria de la grasa humana en las sociedades andinas tradicionales quienes veían en ella una sustancia y un poder vitales. El pishtaco mata al indio y le extrae su grasa para que su fuerza vital sirviese al enemigo. Esto incluye una simbólica universal y una metáfora del confl icto eterno entre los pueblos dominados de los Andes y las diferentes impersonaciones de sus enemigos. El pishtaco es una fi gura del temor ante la amenaza a su propia existencia física y una aculturación que lleva hacia la destrucción de la identidad conjunta de este grupo social. Paradójicamente, sin embargo, se ha vuelto un factor integrante de los que creen en ella identifi cando al enemigo y movilizándoles a defenderse.

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