Abstract

Si Michel Henry ha reclamado para su filosofía el título de “fenomenología material”, ello se debe a un intento por desentrañar la “substancia fenomenológica invisible” del aparecer en tanto la inmediación patética en la cual la vida se experimenta a sí misma. Si dicho auto-aparecer de la vida consiste en la “unidad no tautológica” del “sufrir” en tanto la pasividad originaria a sí mismo y el “gozo” en tanto la efectuación en la que el sentirse se lleva a cabo, proponemos reinterpretar dicha unidad a partir de una “estructura antinómica”. Así, si el sufrimiento designa la excedencia de la pasividad originaria en tanto “imposibilidad”, el gozo debe ser entendido en tanto la excedencia de una “transpasibilidad”. Dicho sobrepasamiento tiene como consecuencia el que la “hiper-potencia” se traduzca en una “hiper-contingencia” en un doble sentido. Por un lado, como la contingencia de todo pretendido “estar-en-posesión-de-sí”, incluido el del fenomenólogo mismo, es decir, como la “transgresión” de su propia arquitectónica. Por otro lado, si dicha contingencia aspira a sobrepasar todo “monismo ontológico”, entonces solo puede tener lugar en tanto “con-tagio”, es decir, en tanto una sobreabundancia de “con-tactos”.

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