Abstract

Erasmo de Rotterdam (1466-1536) quiso propagar un cristianismo renovado, una nueva filosofía cristiana basada en unas Escrituras desprovistas de formalismos y alentada por la sabiduría de los antiguos. Entre las muchas obras que escribió con el fin de divulgar esta philosophia Christi, destacan sus diálogos. Entre ellos se encuentra el llamado Convivium religiosum (1522), que despliega los recursos propios de un diálogo filosófico renacentista. Erasmo realiza en él una suerte de emulación personal de Platón y su Fedro. Erasmo traza una compleja imitatio del diálogo platónico y lo sitúa en un locus amoenus (un lugar agradable que es la casa y los jardines de Eusebio, anfitrión del convivio), convirtiéndolo en lugar del saber y de la filosofía y, por extensión, de la moral misma, de la philosophia Christi que intenta transmitir. De este modo, Erasmo conjuga en su diálogo un mensaje religioso con una puesta en escena verosímil y evocadora, lo que contribuye a hacer del Convivium religiosum una obra ejemplar entre los diálogos filosóficos del Renacimiento, atendiendo por igual al contenido y a su presentación dramática. En este artículo se mostrará la relevancia del jardín no solo como escenario sino como catalizador del mensaje de la philosophia Christi.

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