Abstract

En 1853, Japón fue forzado a salir de su aislamiento feudal y a entroncarse en la red comercial mundial. Su apertura no significó sumisión a los poderes externos, sino la inmersión en la pugna imperialista, de la que saldría derrotado en 1945. Empero, su postración fue pasajera, dado que la nueva contienda de posguerra lo convirtió en aliado incondicional de la misma potencia que con dos bombas atómicas acababa de cercenarle las ambiciones militaristas. El acuerdo estratégico con Estados Unidos se sostuvo incólume aun después de terminada la Guerra Fría. Más aún, la pugna verbal y el despliegue de fuerza en el archipiélago Senkaku/ Diaoyutai, en 2012, facilitó el retorno al poder del ala política más afín al dictado de Washington y a su plan de seguridad en el Pacífico. Hoy en día, el enfrentamiento en el noreste asiático presenta al bloque estadounidensenipo- coreano, por un lado, y al sino-rusonorcoreano, por otro, en una bifurcación que debe ser vista como un nuevo esquema bipolar que garantizará por un tiempo el equilibrio estratégico regional. Es de esperar, sin embargo, progresivas alteraciones en la correlación de fuerzas tanto en esa sección asiática como en el resto del mundo, debido al creciente poder económico, político y militar chino, con impacto sobre los acuerdos geopolíticos vigentes, incluido el nipo-estadounidense.

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