Abstract

La telefonía desarrolló en los inicios del siglo XX un programa de relaciones públicas muy avanzado, en el que la política laboral era uno de sus pilares. Era un negocio intensivo en mano de obra que se desarrollaba en un entorno físico menos hostil que la factoría y los empleados disfrutaban de beneficios sociales de tinte paternalista. La promoción de la imagen de las empresas como generadoras de empleo de calidad, fue una de las metas del citado programa. Los publicistas crearon dos iconos de los tipos masculino y femenino, el "lineman" y la telefonista. Estas representaciones idealizadas entraron en el imaginario popular y fueron asimiladas por la propia fuerza laboral. La evolución de las condiciones de trabajo, tecnológicas y sociales se refleja en los cambios que presentan estas poderosas construcciones visuales.

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