Abstract

En este artículo argumentaré que la violencia de género perpetrada por la dictadura argentina (1976-1983) y en los actuales femicidios en el país, presenta una doble dimensión. Por un lado, una de carácter represivo y particular, pues por medio de dicha violencia se procura el arrasamiento identitario de las víctimas; y, por otro, una dimensión productiva y de género, dado que se pretende producir/definir una identidad de género estable. No solo se mata a las mujeres porque son mujeres, sino que se las mata para producir, para hacer mujeres. En este sentido, los crímenes de poder (Segato) serán caracterizados como crímenes de identidad. La violencia contra un cuerpo particular se dirige a todas las mujeres, a quienes pretende disciplinar, gestionando así una identidad femenina y su consecuente vulnerabilidad. A su vez, los actos violentos son fundacionales del poder masculino y, en consecuencia, la violencia machista también produce identidad masculina.

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