Abstract

Este texto analiza diferentes materializaciones arquitectónicas y escultóricas contemporáneas que se distinguen por un acercamiento relacional y contingente hacia todo aquello que nos rodea. Desde un acercamiento y articulación sensible hacia lo que coexiste, las configuraciones espaciales expuestas aquí son muestra de una manera de hacer, de una ética y una técnica, que tratan de habitar este mundo en relación. Eso es perceptible en el acercamiento y escucha hacia el entorno de la arquitectura de Junya Ishigami o en la configuración junto a las cosas de la escultura de suelo de Josu Bilbao. Son configuraciones estéticas que exponen, rescatando las palabras de Judith Butler, el carácter irremediablemente relacional y contingente de nuestra existencia. Y desde la interdependencia manifiesta hacia aquello que nos rodea y condiciona, estas configuraciones son ejemplo de lo que Adriana Cavarero propone como «geometría inclinada». Esta autora entiende por inclinación un acercarse que, asomándose fuera de sí, tiende al exterior, en manifiesta interdependencia estructural del sujeto hacia aquello con lo que coexiste. En este texto se expone esa geometría inclinada a través de las configuraciones espaciales de Junya Ishigami, Ryue Nishizawa, Gordon Matta-Clark y Josu Bilbao, como posibilidad de habitar un mundo inestable.

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