Abstract
This text reflects the experience of the work in Bellavista, Bojaya (Pacific Colombian) articulating three elements: the emotional character of the official demonstrations that are built in conflict scenarios; The precarious citizenship that the victims of political violence construct currently immersed in processes of construction of historical memory, forgiveness, mourning and reparation; Finally, the fragmentation and ambiguity that represent these scenarios of discussion for the Colombian state, in the process of postconflict. The results are presented through ethnographic exercises that collect part of the field work, developed throughout the year 2016.
Highlights
This text reflects the experience of the work in Bellavista, Bojayá (Pacific Colombian) articulating three elements: the emotional character of the official demonstrations that are built in conflict scenarios; The precarious citizenship that the victims of political violence construct currently immersed in processes of construction of historical memory, forgiveness, mourning and reparation; the fragmentation and ambiguity that represent these scenarios of discussion for the Colombian state, in the process of postconflict
Esa que representa la Ley 1448, que nombra a las víctimas como sujetos de especial protección del estado y crea una estructura institucional para su asistencia, es la forma de coherencia en la que el estado narra su existencia; sin embargo, esa coherencia y unidad no se experimenta en la vida cotidiana de los habitantes de Bellavista
Era el primer cristo que originalmente tenía ese color: los dos existentes eran de ese tono como resultado de incendios
Summary
La primera mujer en hablar, tras darle la palabra a la comunidad, era conocida. DC, como le decían, es una vecina muy cercana del Barrio Bellaluz. Esos asuntos estaban relacionados con la masacre, su reconocimiento como víctimas y los procesos de reparación que el estado había previsto para ellos y ellas. Pese a que me incomoda su nombre, después de haber compartido con los mal llamados “superiores morales” (y me gustaría enfatizar en la crueldad del enunciado), esta etiqueta remite a una especie de principio de no cuestionamiento, condescendencia y privilegio de las víctimas. La gestión emocional del estado construye los discursos de protección de las víctimas como un elemento central para su interacción. Bajo la etiqueta del bienestar se organizan las transacciones típicas de la política social, entendidas como unas prestaciones obligatorias del estado hacia los ciudadanos dentro de un esquema de ciudadanía social (MARSHALL, 1992). Esa preocupación por “lo social” fue incorporada en las constituciones de
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