Abstract

A pesar de la abolición de las jurisdicciones exentas de los embajadores extranjeros en Roma a finales del siglo XVII, en el XVIII se restablecen. El barrio de la embajada española se afianza durante la guerra de Sucesión y se consolida después, hasta el punto que en 1725 el gobernador de Roma acuerda con el ministro español su demarcación y jurisdicción, que con pequeñas modificaciones subsiste hasta el siglo XIX. A través de la documentación española y vaticana, se estudia su evolución durante el siglo XVIII y se describen los signos de esta realidad.

Highlights

  • La Plaza de España, presidida por el palacio de la embajada del rey católico ante la corte romana desde 1647, era el centro del barrio o quartiere español en el que los embajadores ejercían cierta jurisdicción, pues las autoridades romanas no podían realizar actos judiciales sin su permiso, e incluso tenían una guardia o policía propia para mantener el orden y evitar la entrada de los esbirros o policía pontificia[1]

  • El embajador protestó ante el cardenal Cibo por la afrenta recibida y pidió una satisfacción, pero el cardenal se negó a darla porque, a su juicio, no había existido ofensa alguna

  • A.: Il palazzo..., pp. 188-189; y Pastor, L.: Historia de los Papas, XXXVIII, Barcelona, Gili Editor, 1952, pp. 73-74

Read more

Summary

LA AFIRMACIÓN DE LA JURISDICCIÓN

Después que el marqués de Cogolludo renunció la inmunidad del cuartel en 1687, los embajadores procuraron mantener el decoro y respeto debido al palacio regio, no permitiendo la ejecución de mandatos judiciales en las casas cercanas ni en el distrito de su jurisdicción. El papa Clemente XI, aunque toleraba la exención impuesta por Molines en el barrio de la embajada para no agravar más las relaciones con Felipe V, en alguna ocasión pidió al cardenal Acquaviva, protector de la monarquía española, que interviniese ante el rey para que pudieran entrar los esbirros[48]. Con el cese de Molines y el nombramiento de Acquaviva al frente de la embajada la tensión con el gobierno romano se rebajó sensiblemente, porque el cardenal se mostró dispuesto, al menos aparentemente, a acatar las órdenes pontificias y licenció a la mayor parte de los soldados que estaban de guardia en el palacio, permitiendo el paso de los esbirros por la plaza de España y recalcando que sólo «Sua Santità era il padrone di Roma»60.

EL GOBIERNO ROMANO RECONOCE EL BARRIO A LOS EMBAJADORES
A MODO DE CONCLUSION
Full Text
Paper version not known

Talk to us

Join us for a 30 min session where you can share your feedback and ask us any queries you have

Schedule a call

Disclaimer: All third-party content on this website/platform is and will remain the property of their respective owners and is provided on "as is" basis without any warranties, express or implied. Use of third-party content does not indicate any affiliation, sponsorship with or endorsement by them. Any references to third-party content is to identify the corresponding services and shall be considered fair use under The CopyrightLaw.