Abstract

La escritura a mano se considera un instrumento cognitivo para el aprendizaje bajo la premisa de que practicarla ayuda a comprender mejor lo que se lee. Cuando el estudiante escribe a mano involucra mayores conexiones neuronales, todas esenciales para el futuro de la buena escritura porque estimulan un pensamiento más complejo al escribir frases largas y con sentido completo. De ahí que, el dominio de las habilidades de la escritura a mano juega un papel importante en el rendimiento académico: se ha comprobado que quien toma apuntes lee más rápido y obtiene mejores calificaciones. Tomar notas a mano integra la información visual, propioceptiva y háptica, la memoria de trabajo y la información motora. Escribir a mano para tomar apuntes permite afianzar el conocimiento y lograr una mayor comprensión de lo que se escucha o lee. ¿Qué mejor escenario que el docente adicione el valor agregado de incentivar la expresión escrita entre los estudiantes, realizando dicha acción en contextos significativos? Esto, sin duda, implica un proceso cognitivo que obliga al estudiante a organizar, pensar y repensar sus ideas hasta llevarlas a una composición escrita. Igualmente, la lectura se ve influenciada por la técnica de escritura a mano, debido a que los programas motores y las experiencias sensitivas, mientras leemos, también son activadas cuando escribimos. Ambas se consideran primordiales en el proceso enseñanza-aprendizaje. En definitiva, la escritura no es un fin en sí mismo, sino un medio para aprender, el cual brinda la posibilidad de crecimiento continuo y no una simple destreza. Además de servir de enlace para conocer o dar a conocer alguna idea, la escritura también transforma la conciencia; es decir, que la expresión escrita tiene efectos en los pensamientos y sentimientos de quien la emite.

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