Abstract

Con la eclosión de Romanticismo en el continente europeo, una creciente pasión por Oriente (desde la Arabia de Las mil y una noches hasta la Granada nazarita, pasando por el Egipto faraónico) se dejó sentir poderosamente en el panorama de las artes y la literatura, perdurando incluso cuando el influjo de dicho movimiento ya había llegado a su fin. A medida que avanzaba la centuria, esa fascinación fue evolucionando desde una recreación histórica más caprichosa y personal hasta un profundo interés por el rigor arqueológico, algo especialmente palpable en los pintores ingleses que, en las últimas décadas de la época victoriana, sucumbieron al encanto de la temática egipcia. Uno de los mejores ejemplos es sin duda el de Sir Lawrence Alma-Tadema (1836-1912), cuya obra se caracterizó por la inclusión de ropajes, tocados, mobiliario y numerosos detalles basados en el estudio minucioso de objetos pertenecientes a la Antigüedad. En nuestro estudio nos proponemos analizar la influencia ejercida por el ciclo pictórico de la tumba de Nebamun en la producción de este artista, comparando sus cuadros ambientados en el Antiguo Egipto con los fragmentos de dicho ciclo conservados en el Museo Británico. De este modo comprobaremos hasta qué punto su pintura es deudora de ellos, tanto en lo concerniente a la temática de algunos de esos cuadros como en cuanto a la inclusión directa de las escenas de Nebamun como un elemento decorativo más de sus interiores.

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