Abstract

Egipto formaba parte de una tupida red de intercambios que conectaba Africa nororiental con Eurasia y el norte del Océano Índico durante la Edad del Bronce Temprano. Tradicionalmente se había supuesto que la monarquía egipcia había sido el motor fundamental de tales contactos mediante la organización de expediciones enviadas hacia los territorios vecinos, en busca de productos exóticos y preciosos. Sin embargo, las investigaciones más recientes revelan la importancia del tráfico de bienes modestos y la participación de actores privados, no institucionales. De ahí que tales intercambios no sólo no disminuyan tras la crisis de la monarquía a partir de 2160 antes de Cristo sino que incluso florezcan y fomenten tanto el aumento del tamaño de las ciudades como la intervención de poderes extranjeros en calidad de intermediarios y socios comerciales.

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