Abstract
La oferta total de agua en el país es de 2,01 billones de metros cúbicos. De este volumen, la industria del petróleo tiene concesionado un total de 67,5 millones, que equivalen al 0,00336 % de la oferta total de agua en Colombia. Todo ese consumo esta formalizado mediante concesiones otorgadas por autoridades ambientales. Por otra parte, el petróleo que se extrae de la tierra sale mezclado con aguas conocidas como aguas de producción, que hacen parte de los fluidos naturales de los reservorios. En Colombia, por cada barril de petróleo se producen, en promedio, 13 barriles de agua. Las aguas de producción pueden ser tratadas y reinyectadas en la misma formación, para mantener la presión de los yacimientos y aumentar el factor de recobro; ser tratadas y vertidas a cuerpos
 de aguas superficiales o al suelo, o ser reinyectadas en los yacimientos, como estrategia de disposición final. Las aguas de producción de los yacimientos de la Orinoquia tienen un contenido relativamente bajo de sales y solidos disueltos, y no poseen elementos radioactivos. Esta condición permite que, una vez que sean tratadas, puedan reusarse en actividades productivas, en predios rurales que se encuentren en el área de influencia de los proyectos petroleros. Por estas razones, la Corporación Colombiana de Investigacion Agropecuaria (Corpoica) desarrollo una serie de trabajos de investigación, dirigidos a evaluar opciones de utilización de estas aguas de producción tratadas, para la irrigación de cultivos y pastos, así como el consumo de ganado y aves de corral. Se determinó el efecto de la aplicación de aguas de producción tratadas en diferentes componentes del ecosistema y en sistemas de producción agrícola y pecuario. El estudio se desarrolló en el departamento del Meta, en el predio denominado Área Sostenible Agroenergética (ASA) (03°53’06” N y 73°35’04” O) y en el Centro de Investigacion La Libertad (04°03’32” N y 73°27’59” O), ubicados en los municipios de Acacias y Villavicencio, respectivamente. El agua de producción tratada que se utilizó provenía de los campos de Castilla y Apiay. Se seleccionó un conjunto de variables de suelos, agua, cultivos y animales, que fueron monitoreadas y analizadas entre los años 2011 y 2015. Los resultados de esta investigación indican que la utilización de estas aguas y su aplicación al suelo no presentaron efectos significativos en las propiedades físicas y químicas del suelo. Tampoco se evidenciaron consecuencias significativas en la calidad de las aguas superficiales y subterráneas, ni en la salud de animales y cultivos.
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