Abstract

<p>En el ocaso del progresismo sudamericano, es evidente la contradicción recurrente en que caen los gobiernos que lo adoptaron: el uso de una semiótica emancipatoria, a la vez que restablece la vitalidad de la mediación capitalista como función privilegiada de la institución estatal. A partir del caso boliviano, este artículo se propone explicar cómo el gobierno de Evo Morales restituyó un mando político estatal estable –luego de más de cinco años de rebeliones (2000-2005)– desde una alianza con las clases dominantes del país, utilizando para ello una particular forma de construcción de hegemonía sostenida en el despojo de la capacidad política<br />de las organizaciones sociales comunitarias, lo cual permitió neutralizar y desarticular su fuerza, así como desdibujar los horizontes desde donde años antes plantearon su lucha.</p>

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