Abstract
El 25 de septiembre de 2000, Cathy Freeman ganó la final de los 400 metros en su país natal. Simbólica a dos niveles, político (Ory 2000, Nocita 2020) y social (Delporte 1991, White 2012) la imagen de esta victoria ocupó las portadas de los periódicos de todo el mundo.En efecto, el 25 de septiembre, Cathy Freeman decidió dar la vuelta de la victoria sosteniendo las dos banderas de su país -la australiana y la aborigen-, rompiendo así la regla número 50 de la Carta Olímpica. Estas dos banderas, unidas simbólicamente, mostraban al mundo su orgullo de ser aborigen y australiana. También sacaron a la luz al pueblo aborigen que había sido privado de sus derechos y tierras por el gobierno australiano desde que esta Terra Nulius fue conquistada en 1788 (Hugues 2003), en un contexto de reivindicaciones de reconciliación. Sin embargo, a pesar de algunas reacciones violentas (Hugues, 1987), el gesto de Freeman, preñado de reivindicaciones políticas e identitarias (White 2011), nunca fue castigado.¿Qué diferencias pueden establecerse entre este gesto político y el realizado treinta y dos años antes por Tommie Smith, John Carlos y Peter Norman, que fueron severamente sancionados? ¿Qué dice esta aparente clemencia sobre los Juegos Olímpicos?Al situar esta imagen en el contexto social e histórico de un país, Australia, y de un movimiento, el olimpismo, junto con un análisis semiótico de los titulares de los periódicos nacionales australianos (corpus), nos proponemos comprender mejor lo que muestra y revela sobre las cuestiones políticas y comunitarias en juego, así como las contradicciones que pone de manifiesto.
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