Las ciudades de Mérida (México) y Barcelona (España) se localizan en regiones que comparten un fuerte atractivo turístico asociado a sus valores patrimoniales, a suscondiciones climáticas y a su localización geográfica próxima a la costa. Además, entre la población de países vecinos con mayor poder adquisitivo se ha ido extendiendo la ideade que el mejor clima y el diferencial de costes de vida existente permiten conseguir en estas ciudades lo que se conoce como una “gran calidad de vida”. De esta forma, personas pertenecientes a las clases medias de Estados Unidos y Canadá, en el caso mexicano, y de Francia, Alemania e Inglaterra u otros países comunitarios, en el caso español, y que no tienen lazos laborales en sus países de origen (generalmente por estar jubilados, pero también por disponer de pequeñas rentas), localizan su residencia en estas ciudades. Por otra parte, el desarrollo del trabajo a distancia y la internacionalización económica han contribuido al aumento de la movilidad de cuadros medios corporativos desplazados aotros países. El conjunto de estos factores socioeconómicos, unido a una peculiar estrategia de producción residencial y turística en las regiones de acogida, da lugar a una gamade situaciones que se encuentran entre el turismo, el partial exit y la inmigración. A partir de diferentes metodologías cuantitativas y cualitativas, este artículo analiza las características y la distribución territorial de los migrantes internacionales de clases medias en ambas ciudades, como punto de partida para estudiar el impacto de este fenómeno en la gentrificación y la segregación residencial. Los resultados obtenidos en ambas ciudades van en una misma dirección. En ambos casos se trata de un fenómeno emergente de crecimiento continuo, en el que las migraciones de clases medias aumentan en importancia y visibilidad, con lo que se refuerzan e incrementan las pautas residenciales segregativaspreexistentes en esas ciudades.
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